“EL DIOS DE LO IMPOSIBLE”
Mensaje basado en el relato de:
S. Lucas 5:1-11
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Hoy, que el cristianismo, como religión, ha
crecido grandemente, el evangelio se predica en estadios, en coliseos, en
teatros y se trasmite a través de
diversos medios de comunicación masiva, a través de la radio, la televisión y para todo el
mundo por medio del internet.
Por esto creo que cuando Cristo venga por
segunda vez, no habrá nadie que le diga a Cristo: nunca escuché de ti,
porque cada día se
está llegando a más países, a nuevos lugares de diversas maneras y
distintas formas.
Pero
cuando Jesús predicaba hace 2000
años atrás no había la tecnología de hoy, los lugares preferidos por Jesús no
eran los estadios, los teatros.
Todo lo contrario, cuando leemos el
evangelio, encontramos a Jesús
predicando en los caminos, en las riveras de un río, en las casas, en
las playas.
Esto me da a entender que no hay lugar, en este mundo, donde no se
pueda compartir la palabra de Cristo. Porque donde haya un corazón sediento por
la verdad bíblica, siempre habrá un mensaje de salvación y restauración para
esa persona.
En este relato encontramos a Jesús
predicando al borde de un lago, el lago de Genezareth,
en ese lugar no había, tribunas, no había, palco principal, no había invitados
de honor, el que estaba al frente de todos no poseía un título universitario, no tenia doctorados
humanos.
Todo
lo contrario el que al frente estaba era
Jesús, el humilde carpintero de Nazaret. Pero aquel lugar, aquella
mañana se llenó de asistentes.
Si algo me impresiona grandemente cada vez
que leo el evangelio, es saber que
Cristo nunca se encontraba sólo.
Los
cuatro evangelios confirman esta realidad. S. Marcos 6:30 dice que muchas veces Jesús no tenía tiempo ni
siguiera para como comer. Ya sea por la
mañana, por la tarde, algunas veces por las noches, la gente acudía a Jesús.
Jesús era humano y también se cansaba, en
más de una ocasión Jesús estaba tan cansado que necesitaba un descanso, Pero
cuando la gente venía a Cristo, él nunca los rechazó, siempre estuvo dispuesto
a atenderlos, escucharles, extenderles la mano.
Mucha gente venía a él con sus problemas y
encontraba en Jesús una salida, muchos venían con sus enfermos, gente con la
piel cayéndose por pedazos y Jesús los sanaba.
Hoy,
queridos amigos, Jesús esta aquí el te conoce más que nadie. Él sabe lo que te
angustia, el sabe que muchas veces te sientes sólo, sin fuerzas para seguir.
Es
posible que hoy todo te haya ido mal, es posible que hoy te hayan cerrado las
puertas, es posible que hoy hayas ido
buscando un empleo pero no lo encontraste.
Aunque parezca que a nadie le importa lo
que estás pasando, a
Dios si le importa tu sufrimiento, Dios contó todas las lagrimas que cayeron de
tus ojos y conoce el dolor de tu corazón.
Y prueba de ello aquí encontramos a Jesús recibiendo a la
multitud. Jesús nunca lo hizo por compromiso, o por cumplir una responsabilidad
social, -No, Jesús lo hacia porque amaba a los que a el venían, el es nuestro
padre y nos ama.
Por
lo tanto si estas cansado de luchar si estás sin fuerzas, Cristo te dice: “Venid a mi todos los que estáis cargados y
cansados que yo os haré descansar”[1]
es más Cristo añade. Él que a mi viene
no lo hecho fuera.[2]
Es posible los mejores amigos nos hayan fallado. Pero Jesús nunca te fallará.
La
cita bíblica dice que tan pronto como Cristo llegó, la multitud se aglomeró. Me
imagino que Jesús comenzó a predicar y cada vez más gente aparecía, todo
querían estar cerca de Jesús y uno a otro se apretujaban.
Jesús vio dos barcas que eran de unos
pescadores. Saben, los pescadores de ese tiempo, no eran grandes profesionales,
no eran gente con estudios superiores.
Los pescadores eran gente humilde, gente
trabajadora, gente que sabía lo que era el azote de las olas, el peligro de las
tormentas en alta mar, gente de poca consideración ante los ojos humanos, pero
con grandes posibilidades para los ojos
divinos.
Porque para nuestro padre celestial nadie
están pequeño que él no puede engrandecer,
pues Él humilla a los soberbios y
enaltece a los humildes y es con los mansos y humildes de corazón con
quienes quiere compartir su reino eterno.
Aquel día Jesús dejó Galilea y se fue a
Genezareth, subió a una barca y desde allí comenzó a predicar. Yo no sé qué
sermón Jesús habrá predicado aquella mañana, pero los pescadores vieron como
las palabras de Jesús reconfortaban los corazones afligidos.
Jesús tenía palabras de paz, amor y esperanza, palabras de
consuelo, palabras de ánimo, palabras
de bendición.
Del
mismo modo, hoy Jesús quiere sanar tu corazón, quiere cicatrizar las heridas
que la vida te abrió, Dios quiere poner su brazo de amor en tu hombro y
devolverte la fe que perdiste hace mucho
tiempo.
Por lo tanto nunca tengas miedo de ir a
Cristo él siempre estará para ayudarte.
Aquella mañana Jesús predicó, uno de los
sermones más impresionantes que la
humanidad jamás haya escuchado. Yo no sé cuanto tiempo habrá durado su prédica
aquella mañana.
Yo me imagino que como cualquier obrero
esos pescadores tenían que regresar a sus casas para los quehaceres del día,
pero se dispusieron prestar sus barcas
al servicio del Señor Jesús.
Aquellas barcas no eran las barcas más
sofisticadas de pesca, esas barcas eran rústicas, sin ningún adorno que lo
distinga, eran barcas comunes.
Y
desde esas barcas comunes Jesús predicó y les mostró el amor de Dios a las personas
que, como hoy, se reunieron en
aquel lugar, para escucharlo predicar.
Quizá
esté escribiendo para alguien que
se siente insignificante, se siente menos que los demás, piensas que todos
pueden hacer algo pero menos tú y hoy piensas que no tienes nada para ofrecer
al Señor.
Aquellos pescadores no tenían nada ni un
solo pescado, ni una sola moneda siquiera para servir un vaso de agua dulce a
la multitud, y de esa manera agradar al
señor, no tenían nada más que sus barcas bacías.
Jesús aceptó ese presente y lo usó como el
mejor púlpito para predicar aquel día.
Yo te pregunto ¿Qué tienes en tu vida? Que
Dios pueda usar para hacer su obra, quizá no tengas una barca como aquellos
pescadores, pero tienes un lugar en tu casa para compartir su palabra con
quienes te visiten, quizá tienes un televisor y un DVD, pon un mensaje
cristiano y todos los que lo oigan podrán aprender del gran amor de Dios.
Quizá tienes un pan que podrías compartir
con alguien, o una monedita muy pequeña que podrías dar aquel niño necesitado
que no tiene ni siguiera un céntimo para comer ese día.
Quizá no tienes nada de lo que he
mencionado antes, pero tienes amigos o personas cercanas a ti, ¿Porqué no les
hablas del gran amor de Dios por el ser humano?
Has todo lo que puedas para que las personas conozcan al Dios que tú conoces.
Y quién sabe un día cuando estés en el cielo alguien se acerque de ti y te diga: llegué aquí porque, un día,
permitiste que Dios usara lo poco que tenías para que yo sea salvado por Jesús.
Nunca olvides que Dios puede usar lo poco
que tú tienes para salvar a muchas personas. Lo poco en las manos de Dios se
convierte en mucho y lo mucho en nuestras manos sin Jesús se convierte en nada.
Jesús predicó aquella mañana en el lago de Genezareth
y muchas personas quedaron en paz con Dios y consigo mismos, regresaron a sus
hogares dando gracias y glorificando a Dios por su grande amor y su poder
transformador.
Después del gran mensaje de esperanza que
Cristo predicó volvió su mirada a los dueños de las barcas y como muchos de
nosotros podría haberles dicho: gracias hijos por prestarme sus barcas, de
verdad que son muy buenos sigan adelante, les doy mi bendición.
Pero Jesús al verlos vio rostros de
preocupación y el sabía que aquellos hombres tenían como único medio de ingreso
económico la pesca y aquella noche no habían podido pescar ni un solo pez.
Yo
creo que durante el tiempo que Cristo predicó aquellos pescadores se olvidaron de todo,
pero cuando terminó la predicación volvieron a su realidad, y su realidad era
que no había un solo pescado en sus barcas, en otras palabras estaban en la
nada. La pesca aquella noche había sido un fracaso rotundo.
Y yo me pregunto ¿Cómo iban a retornar a
sus casas con las manos vacías? sin un solo pescado, quizá aquella noche fue
una de las peores en toda su vida.
Estaban con el corazón agradecidos a Dios
por el mensaje recibido pero también tenían un corazón preocupado estaban en
una triste situación, había una urgente necesidad física, había un hogar que
sostener, un hijo que alimentar, una esposa que les estaba esperando, quien
sabe para ir al mercado, y pagar algunas deudas de casa, y aquella mañana como
nunca, no tenían un solo pescado en sus barcas.
Yo me imagino que el día anterior Simón
reunió a su familia y les dijo que esa noche el no estaría con ellos porque
iría a pescar, y en ese momento el hijo le dijo, papá me comprarás un juguete
nuevo, la esposa vino y con una sonrisa le dijo: amor mío mañana me podrás
comprar un vestido nuevo para ir a la iglesia.
Y papá Simón Pedro como todo padre
optimistamente les sonrío y con un beso les dijo claro que sí hijo, claro que
si mi amor, eso y mucho más.
Aquel día mamá compró con el último dinero que quedaba lo mejor
para preparar porque estaba segura que al día siguiente papá traería más
dinero.
El resto de la tarde pasaron juntos
haciendo planes acerca de cómo iban a invertir el dinero que ganarían esa noche
con la gran pesca.
Muy
pronto llegó el atardecer y Simón, con los pedidos en su mente y con una
actitud muy optimista, salió de casa,
pasó la voz a sus amigos de pesca y se perdieron de la vista en el lago
de Genezareth.
Ya en el lago de Genezareth echaron la red
y esperaron un momento y nada ni siguiera había un movimiento que anunciase un
pez en la red, paso un tiempo y ellos comenzaron a tirar la red y se dieron con
la triste escena que no había nada.
Pero no se rindieron, y como todo pescador
optimista volvieron a echar la red una y
otra vez, me imagino que el reloj marcaba las 9 de la noche y no tenían un solo
pez capturado, y se sentían un poco incómodos, pero se consolaban con la idea
que todavía había muchas horas para pescar y no era momento de
seguir molestándose, pero la noche fue avanzando, unos a otros se preguntaba
porqué aquella noche no pescaban absolutamente nada, unos a otros se echaban la
culpa.
Quizá uno de ellos dijo a sus compañeros
que mejor hubiese sido esperar otro día para pescar, y es posible que hasta
hayan discutido entre ellos, pero no había tiempo para seguir en eso, el tiempo
corría y el tiempo transcurrido comenzó a anunciar que el día siguiente estaba
ya en curso.
Así
que se llenaron de ánimo y continuaron
echando la red de un lugar a otro, pero nada daba resultados, toda la noche
hacían denodados esfuerzos para pescar, emplearon sus mejores tácticas de
pescadores antiguos, pero cuando tiraban la red no había en el pescado alguno,
ni siguiera un pequeñito pez. Nada daba resultados.
Quizá esté escribiendo estas líneas para
alguien que está haciendo todo lo posible y que luchó y luchó por solucionar
algo pero nada da resultados, o para alguien que está ahorcado por las deudas,
ya has buscado dinero y nadie quiere prestarte y sientes que no puedes más. Y
todo lo que te queda es llorar de desesperación.
Esa era la desesperada situación de aquellos
pescadores en el lago de galilea.
Pienso que al pescar uno tiene que
soportar el frio en alta mar a veces las tormentas por
las noches, pero todo puede valer la
pena, cuando al final vez el fruto de tu trabajo te conformas y con un respiro
de alivio puedes decir valió la pena, pero qué de estos pescadores que hicieron
todo lo que podían y no tenían ni un solo pescado para vender ese día.
Con tristeza, desanimados y preocupados
vieron como el sol del nuevo día anunciaba que era hora de recoger todo, que el
fin de la pesca había llegado, el día aclaraba, y se dispusieron a lavar sus redes.
Hay momentos que nos quejamos porque el
tiempo pasa muy lento pero hay ocasiones en que deseamos que el tiempo nos
hubiere dado unos minutos más para terminar todo lo que queríamos hacer.
Estos pescadores habían hecho de todo y habían
tomado no una hora ni dos horas sino toda la noche, que más tiempo podían
soportar sin ver resultados, estaban desanimados; nada podía calmar su
preocupación, lo que más necesitaban eran pescados. Unos a otros se miraban y
se decía que mala noche fue hoy.
Me imagino que cuando la gente sabía que
Simón y sus amigos salían a pescar al día siguiente ellos los esperaban en la
playa para comprar, pues siempre traían bastantes pescados.
Cuando aquellos pescadores estaban
terminando de lavar sus redes, escucharon el ruido de mucha gente, venía no una
persona, sino una gran multitud; entonces ellos se apresuraron en guardar más
rápido sus redes.
Quizá uno de ellos pensó, no tenemos un solo
pescado y mucha gente viene a comprar, ¡Qué vergüenza pasaremos hoy!
Cuando estaban apresurándose para irse y no
pasar la mayor vergüenza en toda su experiencia de pesca, vieron el rostro de
un hombre de quien habían escuchado hablar.
Aquel hombre era Jesús de Nazaret, y cuando
vieron su rostro, hubo un respiro de alivio al menos nadie iba a preguntarles
por peces, y para disimular y pasar desapercibidos se confundieron con la
multitud, y se sumaron me imagino que se pusieron muy atentos.
Y comenzaron a escuchar el mensaje de
Cristo y cada palabra que hablaba llegaba a sus corazones desesperados como un
manto de frescura, como un tierno abrazo, y sus corazones quedaron confortados.
Aquél mensaje les dio paz y confianza.
Al terminar el mensaje unos a otros se
miraban ya sin rencor por la noche anterior, y se decían en sus mentes: al
menos algo bueno nos sucedió hoy, escuchemos a Jesús de Nazaret, el mayor y más
grande hombre de todos los tiempos, el
autor de la vida, Dios mismo en persona había estado con ellos en aquella
mañana.
Esa
experiencia especial hizo que la desagradable situación anterior disminuya en
sus pensamientos y recuerdos.
Pero
Jesús que entiende todo y conoce nuestras necesidades los miró. Y conociendo la
situación de ellos; se dirigió a Simón y le dijo boga mara dentro y echa tu red
para pescar.
Por la mente de Pedro se mesclaron un
montón de ideas, como por ejemplo: Señor ya es de día y los peces son
capturados generalmente de noche, señor
si tú supieras que toda la noche hemos trabajado y nada hemos logrado
pescar. ¿Cuánto más ahora Señor? Quizá
sus compañeros dijeron: Señor es mejor que nos quedemos con el recuerdo de tus
bellas palabras de vida, y ya no continuar en esta situación estresante de
pescar y no lograr nada.
Es posible que esté escribiendo para
alguien que está atravesando una situación parecida. Tu hogar se está
destruyendo, y ya has hecho de todo para salvarlo y nada da resultados, ya
buscaste ayuda profesional, ya fuiste de
un lado para otro, y nada funciona, todo lo contrario la situación cada vez es
más grave.
Así se sentían los pescadores aquella
mañana, en ese instante Jesús ordenó a
Pedro: boga mar adentro, y echa tu red para pescar.
Pedro aun con su incredulidad se aferró a
la fe que el Espíritu Santo había puesto en su corazón y muy firmemente
pronunció las palabras más solemnes de un fe humana que confía en el poder
divino.
El dijo: “toda
la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; más en tu palabra echaré la red”
Toda nuestra vida puede
ser un completo fracaso, podemos haber sido derrotados muchas veces pero en las manos de Jesús siempre hay una
gran solución.
Esa palabra era la misma
palabra que había creado el universo,
aquella palabra que un día dijo: “Sea la luz y fue la luz"[3],
aquella palabra que diseñó y preparó el universo[4];
“Porque DIOS dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió”. [5]
Esa palabra poderosa, Dios
mismo en persona, ordenó a pedro y le dijo: “Echa tu red”
Pedro echó la red y en ese
instante: “Recogieron
tal cantidad de peces que su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que
estaban en la otra barca para que acudieran a ayudarlos. Ellos vinieron y
llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían”.[6]
En este momento estás
leyendo estas líneas, puedes olvidarte de todo lo que has leído hasta aquí,
pero nunca olvides una cosa: para Dios no hay nada imposible. En el
diccionario divino no existe la
palabra imposible pues “lo que es
imposible para los hombres es posible para Dios”.[7]
Estaré escribiendo para
alguien cuya situación es difícil, y parece que todo está perdido, estaré
escribiendo quizá para alguien que perdió la esperanza de una solución para su
problema.
Pero en este momento
quiero decirte en el nombre del señor Jesucristo: hay solución para tu problema
hay solución para ti.
Dios tiene la solución en
sus manos, nada está tan enmarañado que
no pueda ser remediado por el poder divino. En este mundo no hay relación que
haya sido destruida y que Dios no pueda traer la comprensión y paz, no hay
hábito o vicio que Dios no pueda vencer y liberarte de las cadenas del mal.
Si algo nos causa
preocupación y ansiedad dejemos la desesperación de lado y confiemos en Dios
por amor restauración y poder.
Mi estimado amigo “Jesucristo
es el mismo ayer hoy y siempre”[8],
Él nunca cambia, el tiempo pasa, los
siglos transcurren uno tras otro, pero Dios permanece firme, los grandes
milagros del ayer pueden ser una grande realidad en tu vida si tú permites
que CRISTO entre en tu corazón.
Por lo tanto allí donde
estás quiero invitarte a tomar una decisión, puedes haber fracasado muchas
veces, puedes haber fallado tantas veces que nadie más confía en ti, la
sociedad no confía en ti, tus padres no
confían en ti, tu esposa, tus hijos no confían en ti, tu mismo no confías en ti, y has llegado a
pensar que no hay más solución, que definitiva mente todo esta perdido.
Pero en este momento, Dios
te mira con amor, y te dice hijo, ya no sufras más, quiero convertir tu oscuro
pasado en un glorioso presente, quiero construir junto a ti un futuro lleno de
esperanza, ya has recorrido mucho en la vida, y en tu huida te has herido, ya
conoces las lágrimas de la derrota y el fracaso ¿Por qué no le das a Dios la
oportunidad de transformar tu vida? Yo le di la oportunidad a Dios y Él nunca
me ha fallado.
¿Quisieras tu también
darle esa oportunidad a Cristo? Dios nunca te fallará, siempre estará junto a,
ti y si Dios esta contigo no hay nada ni nadie en este mundo que pueda
vencer a los que confían en él.
Por lo tanto allí donde
estas toma la más grande decisión de tu vida y dile: “Señor quiero que entres
en mi vida y mi corazón, y me des la oportunidad de triunfar junto a ti cada
día.”
Que Dios te bendiga.
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